sábado, 18 de agosto de 2012

Decir la verdad


Además de los políticos, otro colectivo frecuentemente acusado por la opinión pública de suministrar poca o nula información es el de los médicos.
En mi caso, cuento con la impagable fortuna de que Menchu es médico y puede hablar de tú a tú con sus colegas.
Tengo comprobado, no obstante, que cuando voy con ella a algún especialista, en cuanto descubren su condición de facultativo, yo dejo de existir y ya sólo se dirigen a ella.
Al contrario que este gobierno, que perdió su oportunidad de decir la verdad y ahora nadie se cree lo que dice, durante mis peores momentos, los médicos no ocultaron a mi familia la gravedad de la situación.
Aunque Menchu opina lo contrario, yo sostengo que así obraban para cubrirse las espaldas.
S yo no sobrevivía, podrían decir: Señora, ya le dijimos que su marido no iba a pasar de esta noche. Y si  sobrevivía – como así sucedió (Gott sei Dank)- podían atribuirse el mérito de mi salvación.
Creo que lo mismo debería haber hecho nuestro primer ministro: Españoles, estamos en la ruina y voy a hacer todo lo contrario de lo que prometí en campaña electoral

Voy a recortarlo todo menos los impuestos, mi sueldo y los de mis amigos.
Tampoco voy a recortar las subvenciones a los chiringuitos y fundaciones de mis amigos.
Pero eso que pomposamente llaman el estado del bienestar lo voy a recortar a saco.
No ya  con la tijera, mucho menos con el bisturí, voy a entrar a lo bestia con la motosierra.
España no tiene nada más que deudas.
Vamos a jugar y ganar la champions league de los recortes.
No tenemos recursos naturales.
No Nuestro único recurso natural es el Sol, muy apreciado por los jubilados norte europeos  pero no tenemos ni agua para regar sus campos de golf.
La cacareada economía del conocimiento no ha pasado de” ¿conoces a alguien en la Administración que me pueda dar una subvención o recalificar unos terrenos?”
Así las cosas. No podemos hacer nada salvo aplicar cuidados paliativos a este enfermo terminal. La época de los curativos ya pasó.
Ahora estamos en fase terminal
Cuando se corta por lo sano es inevitable salpicar sangre

Aunque no seguí el discurso de investidura, mucho me da a mí que no fue en esa línea.
De esa manera, nuestro primer ministro perdió la ocasión de decir  la verdad y ganarse la credibilidad de los españoles.

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