martes, 25 de febrero de 2014

El placer de comer: La raclette

Uno de los escasos placeres físicos que nos quedan a los descerebrados es la comida.
Con cuidado porque nuestra falta de actividad nos lleva a ganar peso rápidamente.
Aprovecho para comentar una comida familiar que tuvimos en casa el pasado domigo 15 de febrero con mis suegros.
Por razones de comodidad, nos decidimos por disponer de una raclettte.
Este plato de origen suizo consiste en queso fundido con patata cocida. El queso se va fundiendo mientras ya estás sentado en la mesa y se vierte sobre trozos de patata cocida que ya están en el plato.
Tiene la ventaja de que facilita la preparación de comida para tantas personas, pues éramos 6.
Tiene una cierta similitud con la clásica "fondue" pero es más suave de sabor, ya que en la "fondue" es necesario añadir vino y licor para que el queso se funda correctamente.
No deja de ser  paradójico que mientras el ministro Wert quiere españolizar a los niños catalanes y la Consellera d'EnsenyamentI Irene Rigau quiere exactamente lo contrario, nosotros nos dedicamos a helvetizar  a los nuestros ¡Vaya patriotas estamos hechos! con enemigos de la Patria como nosotros no se puede construir una Nación.
El otro día hablaba en "Castemán" (mezcla de Castellano y Alemán) con Carolina y, cuando le hice el comentario sobre nuestra falta de patriotismo me respondió: ¡Qué pesados están con este tema!.
Mal debe ir la construcció Nazi-onal si hasta los niños de 12 años ya astán saturados  de patriotismo. Esto cada vez se parece más a la Dictadura.

En la raclette el queso se va fundiendo a medida que se va comiendo
El problema para mí es que para poder comer un plato como la raclette es necesario que la bebida sea vino y, dado que tomo mucha medicación, el efecto del alcohol se ve muy potenciado.Ese hecho me provocó un cierto mareo  que me llevó a quedarme domido la mañana siguiente hasta muy tarde.
Afortunadamente, no tuve resaca y, como me tocaba piscina (siempre fresquita), me desperecé sin problema.

martes, 11 de febrero de 2014

Relaciones personales


Es obvio que después de un período de ausencia social, te quedas un poco colgado en cuanto a relaciones humanas.
Debido a que todo mi tiempo lo ocupo con mi rehabilitación, tampoco se me presentan ocasiones de conocer gente nueva salvo otros pacientes que se encuentran en el mismo estado que yo o los terapeutas que nos atienden.
Es debido a  eso la importancia que para mí representa asistir a trace donde puedo relacionarme con muchas personas que de otro modo nunca habría llegado a conocer.
Afortunadamente, tengo a la familia para estar en este mundo.
Nuestra relación familiar inevitablemente ha cambiado.
Aparte de que ahora me miren como un pobrecito discapacitado, la familia ha sufrido tanto por mi causa que esperan mucho de mí. Es por eso que el mejor piropo que he sentido fue un comentario de un yayito de la piscina que me llegó a decir que yo merecía ser ayudado.
En eso  sí estoy contento porque me han visto evolucionar desde la dependencia absoluta a una independencia relativa que les permite contar conmigo para casi todo. También  les permite salir por su cuenta dejándome sólo en casa. Con mi asistente si hay días por en medio y sólo completamente si se trata de unas cuantas horas.
Con los comestibles, si bien no podemos hacer muchas cosas que antes sí hacíamos, por lo menos pueden contar conmigo para lo básico propio de su edad. Esto es: Hacer los deberes, charlar de cualquier tema, contar chistes, reírnos juntos, mirar fotos de cuando eran pequeños, ir al cine, visitar a los abuelos, acompañarlos a fiestas de cumpleaños, hacer algunas excursiones como  cuando fuimos a Sendaviva .


Con mi hermana Clara suelo asistir a conciertos de música clásica ya que ella tiene una cierta facilidad para conseguir entradas

En cuanto a familiares menos directos como tíos y primos nuestra relación no pasa de las redes sociales. De ahí la importancia de este blog que me permite explicar cómo me va
Respecto a Menchu, me ha costado mucho llegar a entender lo mal que lo pasó y es tan maravillosa que se merece cualquier sacrificio.
Sin embargo, me queda la duda de si podría hacer más. Los terapeutas me dicen que siempre se puede hacer más. Lamentablemente, mi nivel de cansancio no sirve como indicativo de que voy al límite porque estoy permanentemente cansado.
En cuanto a las relaciones con los  amigos, podríamos dividirlo en dos: Los papás del equipo de futbol de papás del colegio de los comestibles y quienes fueron compañeros de estudios o de trabajo.
Con estos últimos prácticamente he perdido todo el contacto porque  sus reuniones siempre han coincidido con terapias mías. No así con los colegas de la Universidad con quienes continúo trabajando preparando un paper (artículo) de estructura de la Galaxia. Cuando consigamos que nos lo publiquen, ya lo comentaré desde aquí.
Por otro lado, eso constituye una forma de terapia cognitiva porque me obliga a entrenar la concentración y el razonamiento lógico .
Las relaciones humanas nos mantienen en este Mundo

lunes, 3 de febrero de 2014

Esquiar en Suiza

No.
Aunque no lo descarto, de momento no he decidido vender publicidad desde este blog.
Por otro lado, potenciales clientes de este tipo de turismo difícilmente pasarían por esta página y aún en el caso de hacerlo, considerarían irrelevante mi encarte publicitario.
Además, ningún aficionado al esquí del mundo necesita que le canten las excelencias de este país alpino para la práctica del deporte blanco.
Todo el mundo ya sabe lo maravilloso que resulta la práctica del esquí en Suiza, de modo que nada puedo añadir al respecto que no sea del dominio público.
Tampoco voy a explicar que yo ya esté en condiciones de practicar el fantástico deporte del ski.
Ya me gustaría!
Pues aunque me mantenga en pie y pueda disponer de una mano para sujetar uno de los bastones, todavía necesito trabajar el equilibrio.
No. Claro que no!
Quien se ha ido a esquiar a Suiza es Carolina.
Tampoco tenía yo un excepcional nivel de esquí y, del mismo modo que he tenido que volver a aprender a caminar, supongo que tendré que aprender a esquiar como si nunca  antes lo hubiera hecho. La única diferencia respecto a un novato total será que ya estoy acostumbrado a ver las pendientes desde arriba y ya he perdido el miedo.
Ya comenté en otra ocasión mi afición por lo alemán que me llevó a escolarizar a los comestibles en un colegio donde la lengua vehicular es el alemán.
No sólo fue mi germanofilia sino también el ejemplo que nos dan los próceres de la Patria que, cuanto más soberanistas, más llevan a sus hijos a escuelas extranjeras.
Tenemos así al ultranacionalista Joan Laporta que lleva sus hijos al Liceo Francés, al igual que los socialistas Clos y Maragall (estos ya no van, pues ya son mayores).
El ex -molt honorable President Montilla (socialista y obrero) los lleva(ba) a la escuela pública ……. Alemana.
Tales escuelas, si bien son delegaciones de la escuela pública de sus países de origen, para los españoles son, a todos los efectos, escuelas privadas.
En su momento, pensé yo también en el Colegio Alemán de Barcelona para los comestibles (pues había sido miembro de su coral hace muchos años) pero me disuadieron algunas personas que me hicieron notar que aquello es Alemania y, si no eres alemán, estás descolocado. Fue así como nos decidimos por la Escuela suiza de Barcelona.
Como no podía ser de otra manera, cuando llega la temporada, el colegio organiza una semana de ski que para los pequeños como Santi (5º de primaria) es en La Molina pero los más creciditos como Carolina (7ª klasse equivalente a 1º de ESO) ya pueden viajar hasta Suiza.
Lamentablemente, ambos hermanos han estado la correspondiente semana enfermos de gripe, de modo que Santi no ha ido a La Molina y Carolina, aunque sí ha viajado hasta Suiza, prácticamente ha permanecido varios  días en la habitación y es que los profesores acompañantes, con buen criterio, han juzgado inadecuado subir a pistas a -21ºC con 37ºC de fiebre.
Cuando Menchu y yo nos casamos, en lugar de comprarnos un piso como hacía todo el mundo, decidimos gastarnos el dinero en viajes. Así era como cada año nos íbamos a esquiar una semanita a algún lugar donde se hablara alemán. Esto es: Austria o Suiza. Además, como no disponíamos de coche propio, nos veíamos obligados a viajar en avión y, puestos a volar, da igual un destino que otro.
Allí conocimos la idílica estampa de familias de cuatro personas (papá, mamá, nene, nena) esquiando todos juntos y decidimos que de grandes también queríamos ser así.
Entonces reventó la primera burbuja inmobiliaria (la de los 80’s) y, antes de que se inflara la segunda, decidimos comprar piso. El primer año, tuvimos que bajar el nivel y nos limitamos a esquiar en los Alpes franceses aunque no se hablara alemán.
Después de la hipoteca, llegaron los comestibles y se impuso la realidad así que lo de esquiar todos juntos tuvimos que limitarlo al Pirineo catalán (Port Ainé).
Es el esquí lo que más hecho de menos en mi actual situación.
Por razones económicas, no creo que llegáramos a volver a los Alpes suizos o austríacos, ni siquiera franceses.
Sin embargo, la limitación real está en mi condición física. No puedo subir a una montaña sin ser siquiera capaz de aguantarme en pie o, si me caigo, ser capaz de levantarme yo sólo.
También tengo dificultades para arreglarme la ropa de abrigo o ponerme un gorro en la cabeza o unas gafas de tormenta en la cara.
En algunos lugares existe la posibilidad de esquiar con material imperativo para personas que no pueden prescindir de la silla de ruedas (esquí adaptado) pero esa posibilidad ni la considero. Yo puedo ponerme en pie y no quiero renunciar a ello.
Cuando he comentado con mis fisios lo de volver a esquiar me miran con cara de “este tío delira, aún no ha aprendido a caminar y ya quiere calzarse unos esquís”.
Aunque es obvio que mantener el equilibrio mientras se desciende una pendiente  sobre unas tablas no es trivial, lo que también es cierto es que la rigidez de una bota de plástico ahorra la necesidad de una férula anti-equina en el pie como llevo ahora.
Además, yo camino con bastón, al igual que cuando se esquía y los bastones de esquí van sujetos a las manos por una cuerda para no perderlos.

Sin embargo, no se puede esquiar dejando uno de los bastones colgando de la mano sin ningún tipo de control.
Henos aquí en otros tiempos en que podíamos permitirnos ir hasta Suiza a esquiar y aprovechar sin problema los muchos servicios que ese país ofrece para la práctica de este deporte.
Menchu y yo en Zermatt(Suiza) (enero de 1992)
Ahora Carolina ya ha regresado y encantada de la experiencia. Por lo visto se desenvolvía bastante bien esquiando y hasta le llegaron a preguntar si es que iba cada año, pues así parecía indicarlo su nivel. Lo cierto es que siempre he apreciado en Carolina un buen sentido del equilibrio aunque le falta fuerza por estar demasiado delgada.

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