viernes, 29 de diciembre de 2017

ocho apellidos catalanes

Confieso que no he visto la película titulada como esta entrada aunque sí la de ocho apellidos vascos que me pareció de un gran realismo ( aunque fuera mágico) pero parece que los celtíberos somos así y nunca dejaremos de sorprender con nuestras peculiaridades.
En cualquier caso, como hoy es mi cumpleaños y también el del golpista huído de la Justicia Puchi), me dedico la entrada a mí mismo y aprovecho que Menchu me ha regalado un documento sobre el apellido Alcobé, indudablemente catalán.
Ya en mi antiguo blog, dediqué información a mi apellido.
Esa página provocó recibir muchas visitas desde México donde al parecer hay muchos Alcobés que incluso contactaron conmigo a través de una dirección de correo electrónico genérica que allí figuraba, dirección que se extinguió mientras yo me encontraba fuera de órbita.
De hecho, incluso este blog recibe muchas visitas de México supongo que por la misma razón.
Eso es algo que el lector puede comprobar clicando en el gadget de número de visitas y procedenciasituado en la columna derecha de la página.
Sin embargo, puede comprobarse en nuestro arbol genealógico que distamos mucho de tener ocho apellidos catalanes. Únicamente lo es el primero.
Interesante sí me parece destacar la figura de un primo de mi padre que llegó a ser rector de la Universidad de Barcelona. Tocayo mío: Santiago Alcobé.cuyo padre - tío Eduardo- fue catedrático de Física en la UB.
Hasta donde yo sé, el apellido  Alcobé viene de una evolución de la escritura del nombre del municipio de Alcover (Tarragona, España), el cual, a su vez tiene origen árabe (Al- Kubbir, el grande, jefe de tribu).Aprovecho pues para hablar de mi apellido y si el lector también se apellida así, puede ponerse en contacto conmigo en la dirección indicada en mi perfil de Google.
He ahí nuestros delirios de grandeza 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Adornos navideños

Creo haber dicho en más de una ocasión en estas páginas que soy de los que sí les gustan las fiestas de Navidad.
Lo cierto es que me traen buenos recuerdos de mi infancia y, aunque a veces puedan producir nostalgia, son fiestas que me resultan entrañables y que disfruto compartiéndolas con la familia más cercana.
Además, coincide que por las mismas fechas tiene lugar también mi cumpleaños: El 29 de diciembre.
De modo que al la conmemoración del nacimiento del Hijo de Dios se suma también  la del mío propio.
Es por eso qu siempre me ha gustado por estas fechas decorar la casa con motivos navideños. En particular, aunque por estas tierras no tiene gran tradición el árbol de Navidad, a mí siempre me ha gustado.
Los 10 primeros años de Matrimonio con Menchu los vivimos en un piso de alquiler próximo al que vivimos ahora y en el que Menchu pasó su infancia con sus padres y hermano.
Había en aquel piso un árbol de Navidad de plástico que instalábamos cada Navidad pero debió de extraviarse en la mudanza de aquel piso a éste.
Aunque a mí me hacía ilusión eso del árbol, mientras no tuvimos hijos, dejamos correr ese elemento decorativo y no fue hasta que nació Carolina en 2001 que decidí comprar otro.
Al tratarse de una finca antigua y de techos altos, elegí el más grande que encontré ( 2,10 m.)el cual, no desentona en los altos techos de 2,40 m.
Como supongo  en muchas familias,  como padre de familia a mí me tocaba tradicionalmente realizar las chapuzas de la casa, lo cual incluía instalar elementos decorativos, incluidos los navideños.
Aunque nunca tuve una especial afición por el bricolaje en general, dispongo de una caja de herramientas con suficientes cachivaches para realizar  las tareas básicas.
Después del accidente, no obstante, las tareas propias de lampista se me han complicado extremadamente  ya que con una sola mano operativa me resulta imposible manejar un taladro o clavar un clavo.
Además, subirme a la escalera para realizar trabajos en altura es también misión imposible.
Es por este motivo que la decoración navideña-árbol incluido- de este año ha corrido a cargo de los demás miembros de la familia.
Me fastidia esa situación porque no me gusta que los nenes comestibles me vean como un inútil del que ellos tienen que ocuparse.
Retirar los adornos, al menos, es algo que sí podré hacer cuando pasen las fiestas, salvo lo que se refiere guardar nuevamente los elementos decorativos en los altillos.

heme aquí posando junto al árbol de 2 metros 40 en foto tomada por Carolina  el pasado 17 de diciembre

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