Al menos eso es lo que han venido diciendo los agoreros a lo
largo de este año.
Dicen que se deduce del calendario maya, aunque, si en eso
nos tuviéramos que basar, me parecería más adecuado suponer que el fin del
mundo es en 2100, que es cuando termina Windows XP.
Se han dicho barbaridades como el cambio de polaridad del
campo magnético terrestre o el cruce del plano galáctico como causas probables
de un hipotético fin del mundo.
Se trata de hechos, que si bien son reales, requieren un
proceso de miles de millones de años para producirse.
Está claro que no van a suceder en 24 ni en 48 horas.
Si hubiera de chocar contra la Tierra un meteorito gigante
como el que aniquiló a los dinosaurios, ya lo habríamos visto desde hace unos
meses y eso no ha sucedido.
Por otro lado, los países más orientales ya han visto
transcurrir muchas horas de este 21 de diciembre sin que nada haya sucedido.
Está claro también que el fin del Mundo le llega a cada cual
de forma particular el día de su muerte (no descubro nada).
Por lo que me han contado, durante mi proceso de
convalecencia y múltiples complicaciones por infecciones en la UCI, mi
particular fin del Mundo pudo haber llegado en multitud de ocasiones pero no
fue así y ya he explicado en otras entradas que estoy sobrado de motivos para
seguir adelante y mejorar
Corríjanme psicólogos y sociólogos pero yo creo que esa
afición por el fin del mundo es un caso particular de “mal de muchos, consuelo
de tontos” y, puesto que lo único que tenemos claro en esta vida, es que nos
hemos de morir, el día que yo me muera, que lo sea para todos.
Es también, a mi entender, este findemundismo una forma de
justificar todas nuestras acciones (bésame mucho, como si fuera esta noche la
última vez y – sobretodo- nuestras omisiones (¿para qué salir de la crisis si
el Mundo se va a acabar?)
Como aficionado que soy a visitar librerías de viejo, voy
encontrando diferentes libros que anunciaron el fin del mundo en numerosas
ocasiones.
Recuerdo que el Mundo se tenía que acabar en 1983. Cuando se
vio que no colaba, lo aplazaron a 1984. Y así sucesivamente.
Me parece muy acertado que
algunos se hayan enriquecido aprovechando esta superstición y, quienes hayan
malgastado su dinero en previsión del Apocalipsis, aprenderán a no hacer el
tonto la próxima vez.
Me explicaba el otro día un
compañero del equipo de fútbol de papás – Quique P.- quien recientemente ha
adoptado la nacionalidad suiza- que como ciudadano helvético tiene a su
disposición un zulo en las entrañas de los Alpes para sobrevivir al
Apocalipsis.
La reflexión, no obstante, es
¿tiene sentido sobrevivir al fin del mundo?
HOLA SANTI.- ESTE COMENTARIO TAN EXTENDIDO CREO QUE HA TOCADO UN PUNTO QUE TU CONOCES MUY BIEN, DE LO CUAL ME ALEGRO.
ResponderEliminarLO QUE MAS SE HA COMENTADO ES EL CHOQUE CON UN METEORITO GIGANTE, PERO YA DICES QUE LO VERIAMOS UNOS MESES ANTES.
ESE ZULO EN LAS ENTRAÑAS DE LOS ALPES ¿ PARA QUE SERVIRIA SI SE TRATA DEL FIN DEL MUNDO.?
UN CORDIAL SALUDO.
Manel
Gracias Manel, por tu comentario.
EliminarSólo quería echar un poco de leña al fuego y burlarme de este asunto del que tanto se ha hablado.
Ciertamente ¿para qué seguir viviendo si el mundo se acaba?
Un abrazo.
Santi