jueves, 29 de marzo de 2012

Los discapacitados no podemos hacer huelga


Y no sólo los discapacitados. 5 millones de personas que no tienen empleo tampoco podrán hacer huelga.
Tras varios años ausentes del ágora social comiendo en su pesebre, los merecidamente desprestigiados sindicatos han despertado de su letargo cuando el gobierno del no-perdedor de las pasadas elecciones les ha retirado sus prebendas y excusándose en los trabajadores,  convocan a la ciudadanía a una huelga general.
Quienes –por el motivo que sea- no podemos trabajar, tampoco podemos hacer huelga.
Únicamente podría hacer huelga de consumo pero, personalmente, no pienso dejar de comer y, como Jacobo – mi hidroterapeuta – me ha dicho que él no iba a hacer huelga, acudiré a mi sesión de hidroterapia.
Cuando estaba en la Guttmann (y también ahora en Collserola), tanto terapeutas como pacientes (y también ex pacientes) denominábamos trabajar al hecho de acudir a terapia de rehabilitación
Además, aunque hiciera huelga de consumo de algunos servicios- como el gas – tampoco serviría para nada pues la compañía suministradora (Gas Natural/fenosa) me facturó el último mes un consumo estimado de 1000 metros cúbicos de gas.
Debieron hacer los cálculos tomando como referencia un hospital (si no, ¿cómo suponen que he podido consumir 1000 metros cúbicos de gas en un sólo mes?).
Yo creo que la estimación de consumo la hicieron así: 1 adulto discapacitado + 2 niños + 1 mujer adulta + efectos del cambio climático (clinc, clinc, clinc) = 1000 m3.
Supongo  que aunque estuviera en activo tampoco haría huelga.
Y no la haría por varios motivos:
El primero, porque estoy cabreado con los sindicatos desde que me obligaron a hacer huelga el ya legendario 28D78.
Coincidió que ese día estaba yo en Zaragoza en un proyecto con mi amigo y entonces compañero F. Iglesias en la CAI.
Al no poder trabajar ese día, el proyecto se retrasó y me obligó a permanecer desterrado un día más.
Además, mientras el Titanic de la economía española navegaba a toda máquina  en rumbo de colisión con los icebergs de la economía real, los sindicatos degustaban los exquisitos manjares de primera clase en el comedor de oficiales de la mano de ZP alejados de la marinería y de la chusma de segunda y tercera clases.
Ahora que el nuevo capitán del barco amenaza con darles de comer lo mismo que al resto de la marinería y chusma  que no puede viajar en primera clase, los sindicatos dicen rebelarse (yo creo que más bien se revelan con su auténtica cara).
Por si eso no fuera suficiente, amenaza con echarlos de las suites de lujo que ocupan y mandarlos a camarotes de interior sin terraza ni vistas al mar
También, dicen que la reforma laboral favorece a los empresarios. Seguramente es verdad.
Pero yo no creo que eso sea un defecto sino más bien una virtud.
Lo que necesita España es reconstruir un nuevo tejido productivo que hasta ahora ha estado basado en el simple amontonamiento de ladrillos.
Si yo estuviera en activo, seguramente sería empresario.
Así me lo enseñó mi antiguo socio Oscar S. y así se lo enseñaba yo a mis alumnos de telecos:”Aspirar a directivo de Telefónica es una cutrada. Vosotros tenéis que marcaros como objetivo crear vuestra propia
 empresa de TIC’s.
El insostenible modelo productivo español ha enviado nuestra economía al fondo del océano.


Y last but not least. Por mucho éxito que tenga esta huelga, nada va a cambiar

martes, 20 de marzo de 2012

¿Quién se ha llevado mi queso?


Es el título de esta entrada el ídem de un libro de autoayuda que estuvo de moda a principios de este milenio. Era la época en que se acababa de pinchar la burbuja tecnológica y el mercado estaba sufriendo importantes cambios.
Básicamente, relataba la historia de unos ratones acostumbrados a comer un trozo de queso en un determinado lugar de donde viven.
Un buen día, al ir a buscar su trozo de queso, descubren con estupor que no está.
Es el momento de decir:” Ya notaba yo que cada día quedaba menos queso”.
Ante tal contrariedad, la fábula describe  dos posibles actitudes:
La pasiva (si alguien se lo llevó, ya lo volverá a traer) y la proactiva (vamos a buscar el queso antes de que muramos de hambre).
También en mi situación presente me encuentro en un momento de cambio debido a mi accidente vascular cerebral.
En mi caso, el queso que se han llevado es el fallo cerebral que me impide mover todo el lado izquierdo de mi cuerpo.
También me encuentro en la disyuntiva de dos posibles actitudes: La pasiva (ya volverá a funcionar) y la proactiva (hagamos que el trozo de cerebro que aún está bien asuma las funciones del que está deteriorado.
Como no podía ser de otra manera, he optado por la segunda.
Es así como – aunque con dificultades- consigo mover mi pierna izquierda. No así los dedos del pie.
Gott sei Dank, tengo el soporte moral de las personas que me quieren y por las que vale la pena luchar.

A veces hay gente que me dice que debo hacerlo- sobretodo- por mí pero yo no estoy de acuerdo. Aunque me quiero mucho y tengo un alto concepto de mí mismo, no me quiero lo suficiente como  para ser mi propio objetivo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Se hace camino al andar



Así reza un conocido poema de Antonio Machado que dio lugar a una canción con esa misma letra
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Dos cosas que nunca he sido y creo que nunca llegaré a ser son: Valiente e hipocondríaco. Supongo que por eso, en ningún momento de mi accidente llegué a pensar en que algo grave me había sucedido. La primera vez que lo pensé fue cuando una limpiadora del clínico me preguntó si había tenido un accidente de moto.
“Aquí vienen muchos accidentados de moto” me dijo. En ese momento, recuerdo que me asusté y busqué en mi espalda a ver si sentía algún dolor.
Más adelante, en una sesión de fisioterapia, la terapeuta me dijo que lo que tenía que conseguir era caminar.
Eso me hizo pensar que tal vez no podía, como así era.
En la Guttmann lo pasé muy mal en el bipedestador, donde llegué a vomitar en dos ocasiones.
En mi etapa de Collserola, los fisios me han hecho caminar con y sin férula, calzado y descalzo.
Dentro del agua es el único sitio donde camino sin ningún tipo de ayuda.
Los fisios no son partidarios de dejarme caminar porque dicen que lo hago mal, como ellos dicen, con rotación externa que en lenguaje llano diríamos patizambo.
Sabiamente, mi médico rehabilitador – la Doctora Bascuñana – me dijo que la mejor manera de aprender a caminar era caminando y me prescribió una férula que evita el pie equino y me permite caminar relativamente bien y, al ser de media caña, me permite también sentarme.
Es así como por dentro de casa me muevo caminando, con férula y bastón, pero puedo prescindir de la silla de ruedas.
También por dentro de T.R.A.C.E. me muevo caminando y puedo salir a la pizarra.
No me veo aún dando clases en la Universidad pero más bien por los recortes presupuestarios de aquélla, ya que han prescindido de todos los profesores contratados.
A eso hay que añadir que, si una comisión de peritos médicos dictaminó mi incapacidad para trabajar, será que realmente no estoy en condiciones de hacerlo.
Lo que sí comienzo a plantearme es ir al colegio a llevar o a recoger a los comestibles pues, aunque lento, sí me veo en condiciones de llegar a la parada del bus y subirme a uno de ellos. No así transportar ningún objeto, pues la mano derecha la necesito para sujetar el bastón y la izquierda no me funciona.
Sí podría trasportar una mochila a la espalda pero no sería capaz de quitármela y, de conseguirlo,  necesitaría ayuda la para volver a cargarla en los hombros.
Para nada me siento un in- o minus-válido aunque ya he asumido que sí soy una persona de movilidad reducida, situación que habría alcanzado igualmente al envejecer. El accidente, simplemente, me lo ha adelantado en el tiempo.
La parálisis de mi extremidad superior izquierda me impide jugar a ciertas cosas con los comestibles: No puedo jugar a batallitas de muñecos con Santi ni vestir/desvestir muñecas con Carolina.
También me impide utilizar una segunda muleta además de la que llevo en la mano derecha.
Eventualmente, si llegara alguna vez a volver a esquiar, tampoco podría agarrar un bastón con la mano izquierda.
En tal hipotético caso, no necesitaría la férula de la pierna puesto que las botas de esquí son suficientemente rígidas.
Tampoco puedo darle efusivos abracitos a Santi, pues sólo puedo abrazarlo con uno de los dos brazos.
Lamentablemente, los terapeutas ya me dicen que me vaya olvidando de volver a moverla.: El trozo de cerebro que la gobierna está dañado y eso no hay fármaco ni cirugía que lo arregle.
Pero lo que sí voy mejorando es mi capacidad de caminar, con ayuda (férula y bastón), pero caminar al fin y al cabo Y, si camino patizambo, tampoco me parece un defecto
traumático.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.


Adendum:
Miércoles, 4 de abril de 2012

Hoy en Collserola, Diana, mi terapeuta ocupacional, me ha hecho un comentario que me ha alegrado el día:”Llegaste aquí en silla de ruedas y ahora caminas"

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