sábado, 28 de abril de 2012

Recetas para salir de la crisis

Ahora que cada cual dice la suya para salir de la crisis, se me ha ocurrido aprovechar mi blog para perpetrar la mía.
Permítaseme comenzar por lo más grosero. Esto es: Hace tiempo que me di cuenta que si viviera en aquel tercer Reich que tenía que durar 1000 años, habrían practicado conmigo un E.R.E. darwinista.
Afortunadamente, el anterior capitán del Titanic naufragó  en las gélidas aguas del Atlántico Norte antes de tener tiempo de desarrollar una ley de muerte digna y el nuevo capitán defraudaría a todos si se pusiera a ello.
Así que propondré cosas más sensatas:
Se habla de la supresión del Senado por su indefinida misión  y personalmente estoy de acuerdo.
Luego están las multiplicidades administrativas de muy elevado coste y nulo servicio al ciudadano.
Tengo particular simpatía por los Consells comarcals porque cuando vendía TIC’s me recibían y hasta llegaron a comprarme, previo concurso público y sin dinero B, faltaría más (mi oferta de gestor de contenidos era –sin lugar a dudas- la mejor).
No obstante, sí tengo que denunciar la dificultad que representaba encontrar el interlocutor adecuado por la multitud de organismos que realizaban la misma función.
Cierto que debería simplificarse el laberinto administrativo de este país pero anteayer apareció una noticia en El País- medio poco o nada sospechoso de servir a los intereses de la derecha extrema -( que me dio que pensar:
Resulta que el Estado estaba pagando a las empresas para no producir
Ya hablé hace tiempo del inexistente calentamiento global. Incluso los padres de esa teoría se han desdicho.
Ahora vemos que, para más cachondeo, el protocolo de Kioto nos está costando mucho dinero  y un significativo aumento del paro.
Dicen que uno de los problemas de la falta de competitividad de las empresas españolas es el elevado coste de la energía. Probablemente es verdad.
De modo que propongo:
-En lugar de reducir el número de personas no productivas, reducir la administración
- Olvidarnos del protocolo de Kioto

-Dejar de subvencionar las renovables que poco producen y son muy caras.
Que conste que no abogo por la energía nuclear que aún no tiene resueltos los problemas de seguridad y residuos.
Y eso lo digo yo que fui socio fundador del Centre Haitien des énergies renouvelables (C.H.E.R.) en mi época de vendedor de molinos de viento y cocinas solares en Haití.

Leyendo esto, no faltará algún eco-creyente de la Iglesia deGaia) que concluya que mi accidente cerebral me dejó realmente mal de la cabeza.


jueves, 19 de abril de 2012

Yo no soy un enfermo



Ahora que parece que con el copago sanitario se va a solucionar el problema del déficit de Estado, aprovecho para decir que si bien es verdad que consumo fármacos como un enfermo crónico, para nada me siento un enfermo.
Si el modelo productivo español no estuviera basado en la simple especulación, me podría reincorporar a la creación de riqueza.
Recuerdo cuando la Dra. Bascuñana me hizo la evaluación para tomarme como paciente en Collserola que me preguntó qué es lo que quería conseguir.
Tengo que confesar que a punto estuve de soltar una grosería pero, finalmente, se impuso la cordura y respondí: “Quiero que mis hijos no me vean como un enfermo”
Se nos ha vendido la medida como si los ciudadanos nos dedicáramos a acumular medicamentos en nuestros domicilios por aquello de que son gratis.
Sí es verdad que uno de los fármacos que utilizo – el botox- es extraordinariamente caro debido a su uso también en medicina estética pero ése no lo compro en la farmacia sino que me lo administra directamente- y con cuentagotas- la Dra. Bascuñana en el hospital de Sant Pau.

Como Menchu es especialista en farmacología clínica, hace tiempo que en mi casa llamamos a los medicamentos por su principio activo (paracetamol, ibuprofeno, etc.) y no por la marca comercial.
Como parece lógico, con los comestibles sí que hablamos de la marca comercial, que es lo que ellos ven en la caja.

A veces he pensado que su elevado precio es la causa por la que no utilizan botox en la Guttmann.

martes, 17 de abril de 2012

Helena Bascuñana



Como en otras ocasiones, ayer me  tocó sesión de botox con mi médico rehabilitador: La doctora H. Bascuñana, así que me ha parecido procedente dedicarle esta entrada.
Hace unos días comenté que ya caminaba.
No tengo ninguna duda de que se lo debo a ella.
Aunque cada vez está más suelto, mover el brazo izquierdo de forma voluntaria sigue siendo un asunto de ciencia ficción, pues, aunque brillante, la “Bascu” todavía no ha aprendido a hacer milagros.
Como ya comenté en otra ocasión, mi cerebro no da las órdenes oportunas para que ese brazo se nueva.
Me comentó ella una vez que la Medicina Física y rehabilitación es una especialidad de guerra, así que se fue a aprenderla a donde saben más de guerras. Esto es: A los USA.
Cuando regresó de ultramar, fue a parar a la Guttmann.
Allí, como centro de referencia que es, sufren un cierto síndrome del pavo real y les pareció peligroso que alguien venido de fuera tomara las riendas. Así que la pusieron, poco más o menos, a servir cafés.
Lógicamente ofendida, la “Bascu” decidió buscarse la vida por otros derroteros y se fue a Sant Pau, donde organizó el departamento correspondiente. A su vez, también decidió exiliarse a la medicina privada siendo así que es la responsable médico de Collserola, donde me ha tomado a mí como paciente. Dicho en términos bíblicos: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular
Tiene esta profesional entre otras virtudes, la de aplicar las nuevas tecnologías (como la telemedicina ) al cuidado integral de los pacientes.
Algún/a lector/a  de este blog (Olga)  me ha comentado que también está a su cuidado y se alegra de que así sea.
Por no ser desagradecido, aprovecho la ocasión para recordar a otros facultativos que se han ocupado de mí desde aquel fatídico día del ictus: en el Clínico, los doctores (neurocirujanos)   Thomaz, Chamorro y Poblete y la doctora Carla F. (a la que entre nosotros llamábamos Carla Bruni por tener en común con la primera Dama de Francia el ser una morenaza despampanante), en la Guttmann, el Dr. Pelayo (neurólogo).

Y
 ¿cómo no?

La doctora Carmen Santos (Menchu)  (farmacóloga clínica y acupuntora) que se ha ocupado de mí a TODOS los niveles desde hace más de 20 años.
Aprovecho la ocasión también para denunciar que por culpa de los recortes en el Estado de Bienestar es posible que me retiren como paciente de la “Bascu” y me envíen a otro centro más barato y menos eficiente.
Se perdería así la posibilidad de que yo pudiera volver a ser un ciudadano productivo  y acaso contribuyera a la creación de riqueza que tanta falta hace en este país. Pero comprendo que existen otras prioridades en el gasto público como el adoctrinamiento nazional-socialista en las escuelas, sobornar a los sindicatos para que no hagan ruido o sufragar cacerías de elefantes del Jefe del Estado para demostrar al Mundo que aún somos un país rico que no necesita ser intervenido.
Ante tales prioridades, no me queda más remedio que aceptar con resignación que la Salud sea algo secundario o, en todo caso, para quien se la pueda pagar en el extranjero.


Los medios de propaganda orgánicos acostumbran a destacar las virtudes arquitectónicas del Hospital de Sant Pau de Barcelona pero, en la misma medida, 
ignoran la loable labor que allí realizan algunos profesionales. 

martes, 10 de abril de 2012

Ejecutivo perfecto





Cuenta un mal chiste (como todos los de ese personaje) de Jaimito que la profesora pregunta: A ver Jaimito ¿qué tiempo verbal es “ella está embarazada”? Y con su habitual sentido del raciocinio, Jaimito responde:”Preservativo imperfecto”.
Sucede que durante 15 años trabajé como Ingeniero de Sistemas en una ¿malvada? (las multinacionales siempre se presuponen malvadas) empresa multinacional de informática.
Allí siempre criticábamos la incompetencia de nuestros directivos diciendo que no ejercían bien su trabajo de ejecutivos.
Decíamos con chanza que cuando había un problema con un cliente, tenían dos posibles actitudes: La activa y la pasiva: La pasiva consistía en dejar que los problemas se arreglaran solos y la activa era colocarle el problema al primer desafortunado que pasara por delante del despacho del jefe.
Sucede ahora que mis terapeutas me reprochan mis funciones ejecutivas, sea por falta de iniciativa o por precipitación en mi toma de decisiones.
Uniendo este hecho con el chiste de Jaimito, he tenido una ocurrencia: ¿qué tiempo verbal es “no tomo decisiones o tomo las decisiones precipitadamente”? Respuesta: Ejecutivo perfecto.
Por lo que he leído de Neurociencias, esa falta de iniciativa es una secuela habitual en lesiones cerebrales como la por mí sufrida.
En resumen, en estos momentos de crisis en todo el país, lo apropiado sería pedirle a M. Rajoy que me deje su puesto que esto lo arreglo yo.
si yo fuera presidente, no decidiría nada o lo haría sin evaluar suficientemente las consecuencias. Por si acaso, no me presenté a las elecciones

Tal vez, realmente estoy mal de la cabeza
Discúlpeseme el chiste malo que he hecho pero me ha parecido oportuno explicar esta secuela, al parecer normal, en un ictus.

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