Espérame en el Cielo

El título de esta entrada es el ídem de un inolvidable bolero interpretado en su tiempo por Atonio Machín.
En la canción, el intérprete llora la pérdida de su amada y se despide hasta encontrarse con ella de nuevo en el cielo.
Al cumplirse hoy el quinto aniversario de la definitiva partida de mi Madre, me ha venido a la mente esa canción y me ha hecho pensar que eso mismo debió pensar ella con la de mi Padre el 31 de agosto de 1975.Y también yo lo pensé por ella hace hoy cinco años , un 20 de junio de 2015.
Lo cierto es que he vivido media vida con el temor a que llegara ese día que, por ley natural, así tendría que suceder, y cuando por fin sucedió, la lobotomía del córtex frontal de mi cerebro, me evitó el sufrimiento.
Ahora viviré la otra mitad con el temor a que un día se reconecte en mi cerebro una neurona que me devuelva las emociones y  sentimientos  perdidos para sufrir todo lo que no he sufrido por esa causa.
Cuarenta años tuvo que esperar mi Padre para reunirse con mi Madre, si bien ya sabemos que en el Cielo mil años es como un día según explica la carta de San Pedro (2 Pedro: 3,8).
Con esa esperanza, también yo espero encontrarme algún día, no sólo con mis padres, sino con todas todas las personas que he amado en la vida, y también con el mismísimo Creador a quien podré preguntar cuantas cosas no he podido llegar a saber así como ver el futuro de la Humanidad:
¿Llegará la Humanidad a colonizar otros planetas?
¿Cómo terminará el Universo?
¿Acabará antes de eso algún día el procés separatista en Cataluña?

Decía el filósofo y matemático francés Blaise Pascal (1623-1662) que era preferible equivocarse creyendo en un Dios que no existe a equivocarse no creyendo en un Dios que sí existe