El pasado 25 de Julio un grupo de 14 descerebrados de TRACE acompañados de los correspondientes terapeutas realizamos un viaje a Amsterdam como parte de nuestra terapia de grupo para ejercitar la autonomía y la convivencia entre nosotros.
Antes de salir, quedó claro que no habría opción a algunos aspectos licenciosos de la vida de esta ciudad como sexo y drogas. No tanto por puritanismo como por cuestiones de salud, además de que alguno de los presentes no estaba en condiciones de moverse por la ciudad en solitario.
Tanto a la ida como a la vuelta coincidí en el avión sentado con Eric. Un compañero que ahora tiene 32 años pero que a los 18 se dejó los nervios ópticos en el parabrisas de un coche conducido de forma temeraria por un presunto amigo al que -lógicamente- ha tratado de olvidar.Es, por tanto, invidente.
A pesar de todos sus esfuerzos por recuperarse, la vista es algo que no se recupera por mucha terapia que hagas. Sin embargo, sí ha aprendido a disfrutar de las cosas buenas de la vida y en su blog pueden leerse unos cuantos relatos de buenas experiencias vividas con posterioridad a su accidente.
Su principal característica es, probablemente, su sentido del humor. Al menos yo me reí mucho con él.
Bromas sobre su discapacidad, las justas.
Yo había estado una vez en Amsterdam con Menchu pero muy pocos días por lo que no tuvimos tiempo de visitar muchas cosas. Además, eso fue en 1991 e íbamos allá únicamente para embarcarnos en un crucero rumbo a los fiordos noruegos y las islas Spitzbergen ( también noruegas).
Lo que más me llamó la atención de Holanda en aquella ocasión fue comprobar cómo los coches circulaban por carreteras a un nivel más bajo que el de navegación del barco ( que era el del nivel del mar).
De ahí el nombre de países bajos (Niederland) ya que casi todo el territorio se encuentra por debajo del nivel del mar.
En esta ocasión, no obstante, lo que más me ha llamado la atención de la ciudad ha sido el caos circulatorio, en especial el caos de bicicletas que circulan por donde les da la gana resultando peor incluso que en Barcelona.
Ahora entiendo el famoso lema sí se puede:Sí se puede hacer peor y de forma más salvaje de lo que ya se está haciendo. Amsterdam es un ejemplo.
En el ladfo positivo, por contra, se observa que también es posible alcanzar la pobreza cero.
Indigencia y mendicidad son fenómenos inexistentes en el país.
Me llamó también la atención la gran cantidad de españoles que allí trabajan, y no sólo ingenieros y científicos ( eso ya lo tenía asumido) sino también camareros y profesionales de la hostelería ( si hay también albañiles es algo que no puedo saber).
Menchu junto a los canales de Amsterdam en julio de 1991 |
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