El pasado 11 de septiembre me despaché a gusto con la Diada
nazi-onal de Catalunya, así que hoy toca hacer lo mismo con la Fiesta nazi-onal
de España.
Se conmemora también el 12 de octubre lo que cuando yo era
pequeño se llamaba el descubrimiento de América y que, con ocasión del quinto
centenario se cambió a “el “encuentro
entre dos mundos”.
Creo haber dicho en más de una ocasión que la unidad de
España es algo que me trae completamente sin cuidado.
A mis sentimientos hacia España y lo español les pasa lo
mismo que a los correspondientes hacia Catalunya y lo catalán. Simplemente, se
trata de empatía con mis seres queridos.
Nací en Cartagena de Indias (Colombia), hijo de catalán y
gallega casados en Cuba y me he criado en Barcelona (España).
A lo largo de mi vida profesional me he visto obligado a
moverme por todo el territorio español y, si bien he conocido de todo, he
aprendido que en España no odian a los catalanes. Simplemente, ignoran su
existencia. Tal vez, si en España supieran que existe Catalunya, nos odiarían y
desearían nuestro mal. Pero de momento, no es así.
. Cierto que también me he cruzado con individuos que han
comenzado a insultarme en el mismo
instante que han descubierto mi procedencia.
También en más de una ocasión han puesto en duda mi catalanidad por no
ser suficientemente desagradable.
Además, por España no es difícil encontrar fantásticos
embajadores de Catalunya (verbi gratia Bigas) que dejan una inmejorable
imagen de Catalunya.
La realidad es que, cuando me muevo por Catalunya, soy
barcelonés, cuando por España, soy catalán y cuando por el mundo, español.
Las pocas veces que he estado en Colombia y con amigos
colombianos que viven aquí soy cartagenero.
Cuando me llegó la edad de hacer la mili en España, solicité
la nacionalidad cubana alegando que esa era la nacionalidad que tenía mi padre
en el momento que yo nací.
Si bien todavía se están riendo en el consulado de Cuba en
Barcelona, la maniobra al menos me sirvió para escaquearme de la mili.
Ya he comentado en otras ocasiones que, siguiendo el ejemplo de los próceres de la Patria decidí escolarizar a mis hijos -los comestibles -en una escuela extranjera.
Allí no es infrecuente conocer padres que se definen como alemanes ( o suizos, o franceses) de Barcelona.
De acuerdo con ese principio, yo me definiría como cartagenero de Barcelona.
Ya he comentado en otras ocasiones que, siguiendo el ejemplo de los próceres de la Patria decidí escolarizar a mis hijos -los comestibles -en una escuela extranjera.
Allí no es infrecuente conocer padres que se definen como alemanes ( o suizos, o franceses) de Barcelona.
De acuerdo con ese principio, yo me definiría como cartagenero de Barcelona.
Volviendo al encuentro entre dos mundos, sí quisiera alegar
una cosa:
Con frecuencia, la propaganda anglófona (e hispanófoba)
critica el presunto genocidio de los conquistadores españoles en América.
La realidad es que la conquista de América fue eso, una
conquista, un atraco a mano armada pero no un genocidio. No se puede acusar a
Isabel I de Castilla de negligencia por no
haber previsto que la colonización de América por parte de gentes de aquí, les
llevaría enfermedades infecciosas contra las que no estaban inmunizados los
nativos de allí.
Después de todo, medio milenio después los gobernantes españoles de ahora tampoco
lo están haciendo mejor en la gestión de enfermedades infecciosas.
Lo que sí calla habitualmente tal propaganda es el desastre
de su Armada Invencible frente a Cartagena en 1741l)
defendida por españoles comandados por el vasco Blas de Lezo en la mayor operación de invasión anfibia que vieron los tiempos hasta el desembarco en
Normandía.
Tengo muchos motivos para estar contra la independencia de
Catalunya pero ninguno es la unidad de España.
De hecho soy partidario de vender Baleares a Alemania como
hizo no-se-que zar que vendió Alaska a los USA.
Mis amigos alemanes me aseguran que Alemania estaría
encantada de la compra.
Lamentablemente, con los políticos que tenemos, el fruto de
la transacción iría directamente de Alemania a la cuenta nominal de alguno de
nuestros gobernantes en un paraíso fiscal y los españoles nos quedaríamos sin
islas y sin dinero.
También vendería Canarias al Reino de Noruega que tienen
tecnología y experiencia para la extracción de petróleo en alta mar.
En el caso de Canarias no obstante, sí tengo una objeción y
es que nos quedaríamos sin el mejor observatorio astronómico del hemisferio Norte.
Además, con la suerte que siempre nos ha acompañado a los
españoles, al día siguiente de cerrar la venta se descubriría que las reservas
petrolíferas de Canarias superan a las de Arabia Saudí.
Menchu en las murallas de Cartagena de I. (agosto 1995) |
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