Cuando se cumplen dos años del no-referéndum del primero de octubre de 2017 como parte del fracasado intento de golpe de Estado o alzamiento Nazi-onal perpetrado por los separatas nazi-onal supremacistas que gobernaban entonces la Generalitat de Cataluña, me veo en la necesidad de traer a colación los nubarrones que nos amenazan a los catalanes
Di cuenta en este blog de los resultados de dicho no-referéndum con quince días de antelación, el 15 de septiembre del mismo año.
Con la coartada de dicho no-referéndum el entonces presidente de la Generalitat y ahora fugitivo de la justicia Carles Puigdemont proclamó la Separación de Cataluña del Reino de España fundando así la que pasó a ser denominada República de los ocho segundos que fue lo que tardó en dejar en suspenso dicha declaración a la espera de que el Gobierno Nacional interviniese la Comunidad autónoma catalana para evitar un más que previsible baño de sangre.
Conscientes de la irresponsabilidad que habían cometido, los golpistas huyeron en desbandada hacia lugares en los que podían quedar a salvo de la justicia, al menos temporalmente.
Los que, engañados por Puigdemont, no lo hicieron, pasaron inmediatamente a disposición de la Justicia, Justicia, que, para evitar un nuevo caso Roldán, los envió directamente a prisión a la espera de juicio´, juicio que ha resultado ser el programa de mayor audiencia televisiva en España durante el pasado verano.
Pero volvamos al título de esta entrada.
Afortunadamente, los catalanes lo hemos inventado todo (Cucurull dixit).
Nuestro último invento es la violencia pacífica.
Dentro de esta corriente de violencia pacífica, se nos ha hecho saber que un grupo de haraganes han decidido echarse al monte y emular a los gatilleros del País Vasco para salvar a Cataluña de la opresión española.
Comenté hace unas semanas la conferencia del profesor Fernando Savater sobre cómo jóvenes vascos que habían luchado contra la dictadura le cogieron gusto a eso del tiro al disidente y, fallecido el dictador se reciclaron a terroristas, autodenominándose gudaris y poniendo un nombre acrónimo a su grupo de amigotes que significara algo en vascuence, pasando así a llamar ETA a su banda de forajidos.
Los separatas catalanes que ( presuntamente) han decidido echarse al monte denominan a su grupo CDR q.n.e.i. Comando de Defensa de la República ( que no existe idiota).
Nótese el término defensa que supone la reacción a una agresión.
Si CDR q.n.e.i. es el nombre de la organización, no sé como se harán llamar los individuos integrantes de la banda. Necesitarán un sustantivo en catalán que venga acompañado de una cierta épica.
Existen unas asociaciones de aficionados a hacer ruido con pólvora que se llaman trabucaires.
Estos aprendices de terroristas podrían llamarse gomadosaires o trespercentaires.
Más honestos me parecieron los gatilleros del cártel de Medellín que se denominaban bandidos y su acción armada contra el Estado Colombiano la llamaban bandidaje.
Esperemos que estos nuevos bandoleros catalanes no pasen de lo que han conseguido hasta ahora y no tengan que pedir perdón por haber echado su vida a los cerdos dentro de treinta años como hicieron no hace mucho los bandoleros de ETA y también los bandidos del cártel de Medellín.
Algún lector me ha recriminado que en un blog de ictus manifieste repetidas veces mi discrepancia con el separatismo nazi-onal supremacista.
La razón es muy sencilla. Tengo claro que me sería imposible vivir normalmente en una Cataluña separada del Reino de España
Y, al igual que yo, tampoco podrían vivir en ese país las demás bestias con forma humana (Torra Pla dixit) que no simpatizamos con la religión nazi-onal supremacista y mis circunstancias personales me impiden desplazarme a otro lado a iniciar una nueva vida.
Es decir , me pasa lo mismo que a los trespercentaires de los CDR q.n.e.i. Es una cuestión de simple supervivencia. Y sí que tiene relación con el ictus: Si yo no sufriera diversidad funcional por causa del ictus, no tendría ningún problema con la separación.
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John Jairo Velásquez Vázquez (alias Popeye) (Sicario del cártel de Medellín) |
Yno sólo Miterrand. Y más, y más