sábado, 17 de diciembre de 2022

Negro como el azabache

El título de esta entrada corresponde a una característica que el narrador atribuìa a un caballo llamado Furia protagonista de una serie televisiva homónima de mi infancia. En la Historia geológica de la Tierra hubo una era llamada carbonífero en la que la sobreabundancia de oxígeno en la atmósfera provocó el crecimiento desmesurado de animales y plantas. Por los fósiles encontrados sabemos que habían insectos de varios metros de envergadura y que los árboles también eran gigantescos. Al morir toda esta flora y fauna quedaron cubiertos por varias capas de sedimentos dando lugar a lo que hoy llamamos combustibles fó siles. Uno de ellos es el carbón. Cuando en primaria nos enseñan los tipos de carbón existentes nos hablban( en orden creciente de poder calorífico) de antracita, hulla, lignito y turba. La potencia calorífica de cada tipo de carbón está en la proporción de carbono respecto otros elementos que contiene el mineral. Existe una quinta categoria de carbón aún más calorífica que es el azabache pero su rareza lo convierte en inviable como fuente de calor. Así, el azabache, en lugar de ser utilizado como combustible para quemar, ha pasado a ser material para joyería ya que su dureza permite tallarlo de muy diversas formas y, adecuadamente pulido, presenta un brillo excepcional. La Naturaleza quiso que las principales acumulaciones de carbón en la Península Ibérica estuvieran en la cornisa Cantábrica con lo que las principales minas de carbón de España se encuentran en los territorios de las comunidades allí ubicadas. Es por eso que tanto en Galicia como en Asturias se encuentran los principales yacimientos de carbón de España. La escasez de azabache no implica inexistencia por lo que puede ser encontrado en cualquier mina de carbón. Este hecho ha provocado a lo largo de los siglos que en Galicia se haya desarrollado una industria joyera en torno al azabache. Aún siendo una joya, su negro color no la convierte en atractiva para mí. Y ahí voy respecto a la entrada de hoy en el blog. Los pasados sábado 26 de a lunes 28 de noviembre, mi hermana Clara me llervó a Santiago de Compostela de visita. El año 2021 había sido declarado Año Santo Compostelano por caer en domingo la fiesta de Santiago Apóstol. Sin embargo, los incovenientes causados por la pandemia de gretavirus aconsejaron alargar el Año Santo Xacobeo a 2022, así que aprovechamos la circunstancia para peregrinar a la tumba del Apóstol. La primera vez que estuve en Santiago fue en 1987 con mi Madre para quien- siendo gallega- la peregrinación a Santiago resultaba un objetivo vital Luego volví en el 1992. Años xacobeos todos ellos. Recuerdo esa fecha de 1995 porque, en los aledaños de la Catedral, me compré el Anuario Astronómico del Observatorio Astronómico Nacional, que no está en Santiago sino en Madrid y desde 1977 cuenta con los potentes telescopios del Observatorio Astronómico de Calar Alto (Almería).
Henos en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela a mi hermana Clara y a mí el pasado 28 de noviembre de 2022

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