jueves, 8 de diciembre de 2022

Campeones

Me despachaba a gusto el otro día con la inanidad del cine, en particular, el español y he aquí que no hace mucho, un director español nos obsequió una realización digna de dedicarle las dos horas que dura su visionado, no así los seis euros que cuesta la entrada. Desde el punto de vista de la diversidad funcional, la película nos acerca al mundo real por dos vertientes: La primera y más obvia es que el equipo que tiene que entrenar el condenado por un delito menor, relacionado con la seguridad vial, está compuesto exclusivamente por discapacitados intelectuales. Es decir, que su discapacidad es puramente cognitiva. El protagonista se entretiene explicándonos la diferencia entre discapacitado intelectual e intelectual discapacitado. Este segundo caso está formado por personas sin problemas cognitivos pero que presentan algún tipo de discapacidad, probablemente física. Es decir, están bien de la cabeza pero mal del cuerpo.Yo me encontraría en este segundo grupo. Puedo redactar un artículo científico digno de ser publicado sobre la desviación del vértex en una lengua que no es las mía (inglés) pero no podría tomar parte en ningún deporte que requiera forma física, como es el caso del baloncesto. Prácticamente no puedo correr y no me veo capaz de tirar a canasta con una sola mano. Así pues, cognitivamente estoy casi bien pero físicamente soy discapacitado, aunque menos de lo que yo creía pues los jueces me descartaron para deporte paralímpico (boccia) por estar demasiado bien. Y es que tener la cabeza más o menos en su sitio es una gran ayuda para entender las instrucciones del entrenador, algo que los discapacitados intelerctuales no pueden entender, ya que su mente está en otro sitio. En particular, me llama la atención la discapacidad de Sergio, quien de vez en cuando se desconecta y permanece ausente durante unos segundos ( o minutos). Eso es algo que me ha pasado a mí toda la vida, desde antes del accidente, es algo que me ha costado muchas amistades ya que tu interlocutor piensa que no te interesa lo que te está contando, cosa que a veces es cierta pero muchas otras veces no. Ya comenté hace tiempo que haciendo los deberes con Santi me había desconectado alguna vez de manera que Santi me preguntaba Papi ¿Me estás escuchando? Ahora tengo la excusa del accidente y mi interlocutor interpreta que me he quedado tonto tras el dca. Y la segunda vía de acercamiento a la diversidad funcional que nos enseña la película es la pena de ayuda a la comunidad que se impone al condenado por un delito contra la seguridad vial. De hecho la jueza le dice que ella era partidaria de enviarlo al centro de tetrapléjicos de Toledo para que se familiarizara con afectados por accidentes causados por conductores en su misma situación. Este tipo de penas tienen dos factores positivos: Por un lado el condenado aprende el daño que se puede llegar a causar y por otro, el interno emplea su tiempo de reclusión en tareas que benefician a toda la sociedad. Ese tipo de penas es habitual que internos vengan a cumplirlas a trace en donde, además de acercarse a personas que podrían haber sufrido las consecuencias de su irresponsabilidad, también dedican su tiempo a labores sociales como puede ser empujar una silla de ruedas o ayudar a alguien a ir al lavabo a hacer sus necesidades. Alguna vez que he hablado sobre el tema con algún interno me ha asegurado que le resulta mucho más instructivo venir con nosotros a ayudarnos en nuestras actividades de la vida diaria (AVDs) que no permanecer en el patio de la cárcel viendo como otros internos se cxomportan de forma mejorable. Las penas de ayuda a la comunidad se convierten, así, en una forma de reintegración de los condenados a la vida normal. No me consta que ninguno de los golpistas de la revolución del 3% condenados por la justicia hayan llegado a tomar parte de ninguna clase deactividad de ayuda a la comunidad. Cierto que sus delitos nada tenían que ver con la seguuridad vial y, en cualquier caso, el tiempo transcurrido en prisión sí les ha servido para reflexionar sobre el daño causado a la sociedad y aún más el que podrían haber llegado a causar si los ciudadanos no fuéramos mucho más responsables y pacíficos que ellos. Lo cierto es que se pasaron el tiempo en prisión repitiendo que volverían a delinquir y, en cuanto han recibido la gracia real del perdón, se les ha pasado la chulería y ya no insisten en salirse otra vez de la ley. Supongo que los educadores carcelarios hicieron bien su trabajo y los disuadieron de volver a incendiar la sociedad catalana. Es lo que se denomina efecto pedagógico de la cárcel. Los psicólogos nos explicarán qué tipo de delincuentes son recuperables para la sociedad o si existen casos que no tienen remedio terapéutico. Un caso aún más grave que el de los golpistas lo podemos ver en quien fuera sicario del mafioso colombiano Pablo Escobar Gaviria. Me refiero a su lugarteniente John Jairo Velazquez Vázquez, alias Popeye quien en su canal de Youtube "Popeye arrepentido" explica cómo el tratamiento psicoterapéutico recibido en las cárceles colombianas sirvioó pàra reintegrarlo en la sociedad a pesar de los cientos o miles de asesinatos cometidos por su mano. Si bien falleció pocos meses después de salir de la cárcel, aún tuvo tiempo de pedir perdón a sus víctimas y reconocer el daño hecho a tantas personas a lo largo de su trayectoria criminal. No soy experto en psicoterapia para delincuentes pero algo debieron hacer bien los psicoterapeutas colombianos para conseguir ese cambio de mentalidad en un individuo con las manos chorreándole sangre inocente.

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