Barcelona, como Haití

Como comenté hace tiempo, mientras estuve en nómina del INEM exploré todas las posibilidades laborales y aún más. Enterado mi amigo Marc A. de que había enviado un currículo para trabajar  hasta en Ghana, me animó a irme con él a su país a vender energías renovables. Con mi inequívoco aspecto de extranjero (no soy negro) y la coletilla PhD. en mi tarjeta de visita, yo resultaba un buen gancho para acceder a los más altos niveles de la Administración del país y pontificar sobre el Sol que estaban desperdiciando. Aunque éramos siempre bien recibidos y nuestros proyectos de electrificación suscitaban todo el interés de nuestros interlocutores todo se iba al garete cuando llegaba el momento de imaginar la financiación. Si alguien había de financiar alguno de nuestros proyectos, sólo podía ser la cooperación internacional. En concreto, el PNUD.
Y ahí se terminaba nuestro proyecto.
Recuerdo haber leído mucho después en un foro que la cooperación internacional es el modo en el que los pobres de los países ricos transfieren dinero a los ricos de los países pobres.
Así habría sido en nuestro caso si hubiéramos conseguido materializar algún proyecto.
Aunque habíamos contactado con empresas españolas de tecnología fotovoltaica y eólica, como nada conseguimos vender, nada pudimos instalar.
Aunque pueda sonar a estupidez el pretender instalar tales tecnologías en un país tan pobre, no debe perderse de vista que allí el principal problema del suministro eléctrico es la distribución.
Tanto es así, que todo el que puede tiene su propias planta diésel de generación eléctrica.
Otra de las soluciones que allí tuvo mucho éxito fue la instalación de baterías de acumuladores en las casas. El invento funcionaba mediante un aparatito llamado inverter que recargaba las baterías cuando había suministro eléctrico ( un par de horas al día) y luego suministraba la electricidad acumulada al inmueble.
La imposibilidad de gestionar este tipo de negocio desde la distancia me llevó a plantearme la posibilidad de establecerme allí de forma permanente. Sin embargo,las desastrosas condiciones del país me hicieron ver que, si a mí me sucedía algo,- como así ha sido- mi familia quedaría allí desamparada. Así que a otra cosa mariposa, no sin antes poner en mi currículo como experiencia internacional que había trabajado en energías renovables en Haití para Archer et Associés
A pesar de nuestro nulo éxito comercial, entre las cosas que pasaron por mi agonizante mente cuando estuve entre aquí y allá figuraron visiones de Haití. Recuerdo que me veía tirado por la carretera y me recogía un camión que me llevaba a no-sé-dónde.
A posteriori he pensado que, de sufrir el ictus estando allí, difícilmente habría sobrevivido pues no hay institución sanitaria ninguna en Haití comparable al servicio de neurocirugía del Hospital Clínic de Barcelona. Eso sin contar con el terremoto que asoló el país en 2010, cuando yo ya estaba en Guttmann con mi rehabilitación.
Y a qué viene todo esto?
Con frecuencia sufrimos en mi casa cortes en el suministro eléctrico que duran algunos minutos.
Obviamente no se puede acusar a la nueva alcaldesa - que acaba de llegar- de las deficiencias en el suministro.
Como siempre, habrá que echar la culpa  a Madrit y a la Puta España( Rubianes dixit)  por no invertir todo lo que deberían las empresas distribuidoras de electricidad.
Sabido es que tales empresas tienen sus cuarteles generales en la capital del Reino  y su perspectiva mesetaria les hace olvidar el Mar.
Además, residiendo en Madrid, sus directivos, cuando cada mañana desayunan un crudo nen catalanet comienzan a pensar en cómo perjudicar a los pobrecitos catalanes en general y a los barceloneses en particular, tal y como sucedió en el apagón de 2007.
Eso seguirá siendo así aun cuando Barcelona llegase a convertirse en una Ciudad-Estado independiente .También en Haití culpan de su miseria a los 200 años de  malvada explotación colonial francesa.
Aún así, supongo que la culpa debe de ser mía por comprarme un piso en un lugar inhóspito y alejado de la civilización como es el centro de Barcelona.

El terremoto de Haití en 2010 fue llover sobre mojado