sábado, 30 de septiembre de 2017

Empiecen la revolución sin mí

Dice el lema de FEDACE - y estoy totalmente de acuerdo- que una vida salvada merece ser vivida.
Aunque en ningún momento llegara a ser consciente de ello, según me han contado, estuve a un pelo de irme. Por tanto debemos afirmar que entre el trabajo del personal sanitario que me atendió y el apoyo moral de la familia y amigos, entre todos salvaron mi vida.
Obviamente, por la propia naturaleza del accidente, una cosa es estar vivo y otra las secuelas físicas y psíquicas que me han quedado.
Por muy animado que yo me encuentre,  es obvio que si un equipo de peritos médicos especializados en Medicina del trabajo han determinado mi incapacidad para trabajar,y un nivel de dependencia de máximo grado, debe de ser que realmente es así.
Eso significa que no estoy para aventuras por mucha ilusión que me puedan hacer.
Algunas de tales aventuras no las habría llevado a cabo ni aún sin sufrir el accidente. Por ejemplo, me habría gustado escalar el Everest y otras grandes montañas del Mundo.
Está claro que eso es algo que nunca llegaré a hacer.
Otros movimientos mucho menos arriesgados que ése también han de quedar fuera de mis actuales ambiciones.
Ya conté una vez que en mi etapa de estar en nómina del INEM y ante las dificultades para recolocarme en el mercado laboral, exploré toda clase de opciones laborales, no sólo en países de nuestro entorno y mucho más avanzados que el nuestro, sino también en países del denominado tercer Mundo.
Fue precisamente cuando comentá a mi compadre Marc que estaba explorando una oportunidad en un país de África Suroccidental( uno de esos en los que luego hubo una epidemia de ébola), cuando él me propuso ir a Haití, cosa que sí aproveché aunque no de forma definitiva (afortunadamente, porque difícilmente habría sobrevivido allí al accidente).
De hecho, lo que más me disuadió de moverme a la isla caribeña fue el pensar que si a mí me pasaba algo, la familia quedaría allí completamente colgada.
Siguiendo pues, con el lema de la Federación Erspañola de Daño Cerebral expuesto más arriba, me veo obligado a asumir mis actuales limitaciones y ser prudente en mis decisiones.
Es por eso que soy tan beligerante con el denominado proceso separatista catalán.
Comprendo que haya unas cuantas personas en Cataluña a quienes les haga ilusión que nuestra región se convierta en un Estado Independiente del Reino de España.
Sin embargo, quienes no sólo no tenemos las espaldas cubiertas por una herencia de un Avi Florenci en un paraíso fiscal, sino que, además, lo tendríamos chungo para buscarnos la vida en otra parte, es lógico que seamos prudentes respecto a lo que pueda suceder a nivel político en el lugar donde vivimos.
Hace unos meses comenté la posibilidad de irme a Colombia por poder acceder a tal nacionalidad.
Sin embargo, siendo realista, creo que eso entra en el terreno de la aventura de  difícil consecución.
En una Cataluña independiente no cobraría la pensión de la que vivo porque el país estaría en la bancarrota y, sin capital, nada podría hacer en Colombia.
Mi único patrimonio, que es el piso en el que vivo, no sería suficiente para comenzar una nueva vida , Menchu no podríia llevarse su empresa y también tendría que comenzar de cero.
Lo peor de todo, no obstante sería que no podría ofrecer a los nenes comestibles las oportunidades de las que he gozado yo para llegar a ser lo que soy.
Parece que no somos los únicos que pensamos así pues, a medida que se acerca la fecha del NO-referéndum, incluso los más fanáticos se han ido descolgando del proceso ante el temor  de quedarse como me habría quedado yo en Haití o en Ghana tras sufrir el accidente.


Mi compadre Marc fue siempre en la Facultad un oscuro objeto del deseo entre todas las féminas

FuenteSopar de Físics ( octubre 2016)


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