domingo, 29 de septiembre de 2019

Convivir con descerebrados

Vaya por delante que soy consciente de lo inapropiado del uso del término descerebrado para quienes hemos sufrido daño cerebral adquirido (dca)  -me incluyo -sea éste del tipo que sea. A lo largo de este blog no obstante, sí me he abstenido de utilizarlo para referirme a niños con parálisis cerebral infantil (PCI) ya que los padres de tales criaturas podrían sentirse ofendidos.
Sin embargo, sigo utilizando el término porque a los nenes comestibles les hace gracia.
Y lo traigo hoy a colación porque, hace unos días, tuve que realizar un trabajo con un compañero de trace.
Al terminar la tarea, le dije a mi terapeuta (Sara).
- He estado trabajando con fulano. Pobre. Está muy p'allá.
- No te creas. Está mejor que tú. Tienes esa sensación porque sufre afasia y le cuesta encontrar las palabras para expresarse.
Esta anécdota me ha hecho reflexionar sobre mi estado y sobre cómo deben percibirme los demás.
Es por eso que a veces pregunto a los nenes si les parece que su padre es idiota cuando hablan conmigo.
La respuesta es no, pero otras personas podrían pensar diferente.
Más significativo debe de ser mi trastorno de déficit de atención (tda) del que hablaba el otro día.
Habitualmente me fijo en las secuelas físicas de mis compañeros por ser lo único fácilmente visible.
Es por eso que tengo la sensación de que (casi) todo el mundo está mejor que yo.
Sin embargo, es cuando interactúas con ellos que puedes  notar las secuelas psíquicas
Las secuelas de un dca dependen de la zona del cerebro afectada

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